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El visitante
misterioso
Era una reunión urgente
de todos los
miembros del despacho.
El viejo Harding
fue el primero en dirigirse
a la asamblea.
-
Me temo que tengo
muy malas noticias.
Julián Mantle sufrió un
ataque ayer mientras
presentaba el caso Air
Atlantic ante el tribunal.
Ahora está en cuidados
intensivos recuperándose.
Sin embargo
Julián, ha tomado
una decisión: ha decidido
abandonar el bufete
y renunciar al
ejercicio de su profesión.
Ya no volverá a
sía de decírmelo en
persona. Ni siquiera
dejó que fuera a verle
al hospital. Tampoco
aceptó mis llamadas,
posiblemente yo le
recordaba la vida que
deseaba olvidar. En
fin, una cosa si tengo
clara: aquello me dolió.
Todo esto sucedió
hace unos tres años.
Lo último que supe de
Julián fue que se había
ido a la India en no sé
qué expedición. Le
dijo a uno de los socios
del bufete que
deseaba simplificar su
vida y que “necesitaba
respuestas”. Había
vendido su residencia,
su avión y su isla.
Había vendido incluso
el Ferrari ¡Julián Mantle
metido a yogui?, me
dije. Qué caprichosos
son los designios de la
ley.
Las primeras respuestas
a algunas de mis
preguntas llegaron
hace cosa de dos meses.
Genevieve, mi
ayudante se asomó a
la puerta y me comentó
Tienes una visita
John, dice que es urgente
y que no se irá
hasta que hable contigo.
- Está bien, dile que
pase.
La puerta de mi despacho
se abrió lentamente,
vi a un hombre
risueño de unos treinta
y cinco años. Era
alto, delgado y musculoso
e irradiaba vitalidad
y energía.
Otro abogado de primera
que viene a quitarme
el puesto, pensé.
Pero ¿por qué se
quedaba ahí parado
mirándome?
El joven siguió mirándome
tal como Buda
habría hecho con su
pupilo favorito.
-
¿Es así como tratas a
tus visitas John, incluso
a quienes te enseñaron
todo cuanto
sabes sobre la ciencia
del éxito en una sala
de tribunal?
El corazón me dio un
vuelco…
Julián, ¿eres tú? ¡no
lo puedo creer¡
La sonora carcajada
del visitante confirmó
mis sospechas. Me
asombró su increíble
transformación. Ya no
tenía aspecto de viejo
ni al expresión enfermiza;
tenía la mirada
clara. Julián ya no era
el ansioso abogado,
no, este hombre era
un juvenil, vital y risueño
modelo de
cambio.